Llamados a ser santos

Llamados a ser santos
“Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar la humanidad.” (San Juan Pablo II).

miércoles, 21 de septiembre de 2016

La paz y el espíritu de Asís

Treinta años después de aquel encuentro del Papa Juan Pablo II en Asís,  el mundo sigue necesitado, tiene “sed de paz”, como lo ha expresado el Papa Francisco en su visita a la ciudad del “poverello” de Asís, una sed que necesita imperiosamente ser saciada.  
Pero esta “sed de paz” no es nueva sino que ha estado muy presente en la Iglesia desde mediados del siglo pasado.  Ya el Papa Pio XII en su carta Encíclica Optatissima Pax  rogaba por oraciones para conseguir la paz entre las clases sociales y las naciones, después de tantos males causados por la guerra. 

El Papa Juan XXIII (el Papa del Concilio) en su última Encíclica Pacem in Terris enunciaba que “la paz entre todos los pueblos ha de fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad” y el Papa Pablo VI emitía su Encíclica PopulorumProgressio sobre la necesidad de promover el desarrollo de los pueblos, estrechamente ligado a la paz de pueblos y naciones. 


“¿Pero qué sucedió en Asís hace poco más de treinta años? - se preguntaba Marco Impagliazzo  de la Comunidad Sant´, Egidio-  Juan Pablo II invitó a rezar por la paz a los líderes de las Iglesias cristianas y de las grandes religiones. Fue una jornada de oración de unos junto a otros, y no -como dijo el Papa- de unos contra otros. 124 representantes de las confesiones cristianas y de las grandes religiones del mundo se reunieron en la ciudad de Asís, un “lugar que la seráfica figura de san Francisco ha transformado en un centro de fraternidad universal”. Un historiador observó que esta iniciativa única se consideró un “punto de inflexión en la actitud del catolicismo contemporáneo hacia las otras religiones” y que, al mismo tiempo, supuso un momento clave para la percepción del cristianismo que tienen las religiones no cristianas. 

La oración de Asís se había forjado desde lejos: era el resultado de una época de diálogo. Un diálogo que se desarrolló durante todo el siglo XX, tan lleno de esperanzas como de grandes sufrimientos. Algo aunó a los creyentes en ese siglo tan terrible, en el que según estimaciones recientes, hubo más de 180 millones de muertos a causa de las guerras. En la segunda mitad del siglo XX, personas de distintas religiones dialogaron y se reunieron como nunca antes había sucedido en la historia. La conversación fue posible, en parte, gracias al empuje del Concilio Vaticano II, que planteó en la declaración Nostra Aetate la relación de la Iglesia Católica con el judaísmo, el Islam y las otras religiones no cristianas, con la idea de “fundamentar la unidad y la caridad entre los hombres y, aún más, entre los pueblos”, en un tiempo de creciente interdependencia. La declaración conciliar exhortaba a los cristianos “a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen”.  (Marco Impagliazzo) 


La llama encendida en Asís hace treinta años continuó ardiendo durante el pontificado de Benedicto XVI quien en 2011 a los 25 años de aquel encuentro de1986, en su intervención en la Basílica de Santa Maria de los Ángeles en Asís reflexionaba “¿Qué ha ocurrido desde entonces?” ¿A qué punto está hoy la causa de la paz? Y se refería al muro de Berlín como símbolo de una era, en cierta manera como un triunfo de la libertad, “apreciamos esta victoria de la libertad, que fue sobre todo también una victoria de la paz”, pero inmediatamente se refería al estado  más reciente, “pero que ha sucedido después se preguntaba”  y lamentaba que la violencia no había cesado y venia acompañada de la decadencia del hombre debido a la ausencia de Dios invitando a a su vez a “estar juntos en camino hacia la verdad, del compromiso decidido por la dignidad del hombre y de hacerse cargo en común de la causa de la paz, contra toda especie de violencia destructora del derecho.” 

Ayer el Papa Francisco en consonancia con aquel “espíritu de Asís” que sigue presente reiteró este compromiso de la Iglesia en pos de la paz y del diálogo,  bajo el lema “Sed de paz, religiones yculturas en diálogo”. En la  introducción de su participación en forma de  meditación presenta a Jesús sufriente y sediento en la cruz invitándonos a saciar esa sed de amor de Jesús mediante el servicio a los más pobres entre los pobres.
No podemos permanecer indiferentes. Hoy el mundo tiene una ardiente sed de paz.- decia el Santo Padre… Nosotros no tenemos armas. Pero creemos en la fuerza mansa y humilde de la oración….. Aquí, hace treinta años, san Juan Pablo II dijo: «La paz es una cantera abierta a todos y no solamente a los especialistas, sabios y estrategas. La paz es una responsabilidad universal» (Discurso, Plaza de la Basílica inferior de San Francisco, 27 octubre 1986: l.c., 11).

En el llamamiento que siguió al discurso el Papa Francisco se refería nuevamente a San Juan Pablo II y a su llamado de 1986 y concluía deseando que “se abra definitivamente una nueva época en que el mundo globalizado llegue a ser una familia de pueblos”.



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